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mexicano

viernes, 22 de marzo de 2013


Tradiciones Huicholes


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Tradiciones mexicanas
Los huicholes son un pueblo mágico, lleno de tradiciones, que el tiempo no ha podido borrar, esto tal vez se daba que el pueblo huichol se ha mantenido a la distancia de la modernidad, incluso con la sociedad mexicana, que a fuerza de ser sinceros también los tiene un poco en el olvido.
Las tradiciones huicholes están basadas en un alto respeto a su religiosidad la cual no ha podido ser borrada gracias a su profundo amor a su historia, la cual se ve reflejada en su vida diaria, que se lleva a cabo entre las montañas, cañones y ríos de los estados de Nayarit y Jalisco. Puedes apreciar todas estas costumbres con solo echar un ojo a sus bellísimas ceremonias, su leyendas, sus artesanías, incluso sus cosechas que son parte fundamental de su religión, así como sus atuendos o sus cantos,
Huicholes, fieles a sus tradiciones

Con un festejo nocturno y al ritmo del tambor sagrado, agradecen a sus dioses la protección y generosidad

TEXTO Y FOTO:ARTURO SORIANO LIMA
El Universal
Domingo 12 de noviembre de 2006
TEPIC, Nay.- Al concluir la temporada de lluvias y tras levantar la cosecha, los wirraritari, como se dicen en su lengua los huicholes, agradecen a sus dioses su protección y generosidad con un festejo nocturno que, heredado de sus ancestros, mantiene viva la tradición de esta etnia que se concentró este fin de semana en su centro ceremonial en la periferia de esta ciudad.Apenas entrada la noche, convocados por el monótono sonido del tepo (el tambor sagrado), los huicholes se congregaron desde el viernes pasado en el Centro Ceremonial de la colonia Zitacua, ubicado en la explanada de unos de los cerros que bordean la ciudad de Tepic para efectuar su ritual nocturno anual encabezados por sumarakame, el sacerdote indígena.
En el lugar, iluminado inicialmente por el esplendor de la luna desde el oriente, adquiere un ambiente mágico por las velas encendidas y una enorme fogata que despide más humo que lumbre debido a que la leña aún está húmeda tras el largo temporal de lluvias, mientras que en el horizonte, ladera abajo, se muestran las luces de la ciudad en toda su extensión.
Se trata de la Fiesta del Tambor, uno de los "mitotes" que los huicholes celebran como parte de sus ritos mágicos sagrados en los que se realizan cantos y danzas mientras su sacerdote conversa con las diferentes deidades para agradecerles las lluvias y la buena cosecha y convencerlas de que no envíen enfermedades y les ayuden a resolver sus problemas. Para ellos, lo mágico y lo sagrados puede significar poderoso o extraño, pero también peligroso.
Al inicio de la ceremonia, dos ayudantes del marakame Vicente Montoya de la Cruz se turnan para tocar el tambor que acompaña rezos y cantos, y otro más reparte entre sus hermanos de raza -hombres y mujeres- colocados en círculo alrededor de la fogata unas largas varas secas que, con gran ceremonia, se pasan por todo el cuerpo.
Luego, uno por uno de los asistentes se acerca al fuego y arrojan las varas. Los hombres se retiran de inmediato mientras que las mujeres se acercan y se levantan ligeramente el vestido y la blusa para que el humo penetre a su cuerpo.
Según el gestor social Braulio Muñoz Hernández, funcionario comunal de Guadalupe Ocotán, una de las comunidades huicholas más importantes de Nayarit, al consumirse las varas "sus pecados habrán desaparecido y estarán purificados".








Regalo de la madre tierra
La Fiesta del Tambor representa uno de los rituales más importantes en la vida y costumbres de los wirrarritari y no escatiman tiempo, dinero o esfuerzos en los preparativos que duran varios días con el fin de agradecer a sus dioses el regalo que les dió la madre tierra, comenta Muñoz Hernández.
Entre sus rezos o cantos, los marakames o chamanes huicholes piden a todos sus kakauyares -dioses- los ayuden para que no les falten los alimentos y para que niños y adultos no se enfermen, dice el gestor social.
El ritual incluye la preparación de la bebida sagrada, el tejuino, que varios días antes las mujeres lo preparan con maíz germinado y seco molido cocido con agua a fuego lento durante más de 24 horas a un lado del fuego del comal de cada una de las casas, nunca de manera directa. Así cocido, el maíz, previamente colado, se pone a fermentar por lo menos 12 horas, antes de poder ser consumido.
Para que el marakame Vicente Montoya de la Cruz pueda iniciar su contacto con los dioses, se sienta en un equipal -un rústico sillón elaborado con varas y forrado de cuero- y coloca en sus pies una sonaja y el "ojo de dios huichol" -especie de abanico con figuras de coloridos estambres-, y rodeado de varas o flechas, que purifica rociándolos con una flor mojada con tejuino.
Siempre acompañado por el sonido del tambor y de sonajas, el marakame pronuncia sus oraciones mientras recibe de mujeres y hombres pequeños recipientes con tejuino y aguardiente para que los pruebe. Antes de consumir el contenido de esos recipientes moja su dedo índice en el líquido y señala los puntos cardinales.
La media noche llega tras cinco sesiones de rezos que corresponden a cada uno de los lugares sagrados ubicados en los puntos cardinales, que según la tradición huichol son norte, sur, este, oeste y centro, aunque las danzas y cantos continúan hasta la madrugada.
Los niños, sagrados
El día siguiente está dedicado especialmente a los niños y desde temprano los huicholes instalan un altar con la imagen de la Virgen de Guadalupe, rodeada del "ojo del Dios huichol", flechas ceremoniales y el bastón de mando del gobernador tradicional.
El "ojo del Dios huichol" está constituido por varas de caña adornadas con hebras de lana en colores, con un diseño angular que simboliza el medio por el cual el dios Kauyumali ve y comprende los misterios del mundo. Son consideradas varitas mágicas llamadas sikulis y en las fiestas se usan para asegurar a los niños y adultos de la etnia salud y larga vida.
Hasta ese altar, durante el día, llegan hombres y mujeres huicholes a depositar sus ofrendas, principalmente elotes, fruta, comida, tamales, tortillas, velas y tejuino.
Mientra suena el tambor y un coro encabezado por el "marakame" entonaba cantos que hablan de la bondad de sus dioses, los lugares sagrados y el respeto y veneración que se les debe guardar, uno de los ayudantes con el dedo índice de la mano derecha marca con tizne la mejilla izquierda del rostro de cada uno de los niños de uno a seis años de edad que son llevados por sus padres.
La marca permite a los dioses identificar y ubicar a los niños para que los cuiden durante el viaje que el espíritu de los niños realiza ese día por los lugares sagrados, indicó el gobernador tradicional huichol, Casimiro Montoya.
La comida de los dioses
Por la tarde, las ofrendas son consumidas y parte de ellas se dejan en el altar para los dioses que habitan en Wirikuta, la tierra mágica del peyote que los huicholes ubican en Real del Catorce, San Luis Potosí, a donde cada año durante el verano, los diferentes grupos envían a sus representantes para la recolección tradicional de ese cactus alucinógeno.
Durante el Festival del Tambor, que en algunas comunidades huicholas de Jalisco y Nayarit se efectúa el próximo fin de semana, el sacerdote -marakame- de 89 años soporta los helados vientos de la noche y el candente sol del mediodía, aunque bien provisto de tejuino y aguardiente, pero siempre circunspecto.

jueves, 7 de marzo de 2013


Huicholes harán su visita tradicional al Cerro Quemado, en Real de Catorce

CULTURA • 
Para los Huicholes, el sol es su Dios y nace en el Cerro del Quemado (Wirikuta), a donde van llevando ofrendas, encendiendo fuego ceremonial, y a donde van a purificarse. La visita será los días 6 y 7 de febrero.

San Luis Potosí • Autoridades tradicionales de más de 12 centros ceremoniales wixaritari (huicholes) de Nayarit, Jalisco y Durango, sabios cantadores (maraakate) y jicareros harán una peregrinación al Cerro del Quemado, en Real de Catorce, los próximos días 6 y 7 de febrero.
La visita significará una consulta-peritaje tradicional a sus ancestros en el territorio sagrado de Wirikuta, al que consideran matriz donde se recrea la vida para su pueblo y para toda la humanidad. Según creencias de esa etnia, en esta zona nació el Sol y habita un Dios.
Para los Huicholes el sol es su Dios y nace en el Cerro del Quemado (Wirikuta), a donde van llevando ofrendas, encendiendo fuego ceremonial, y a donde van a purificarse.
Desde las costas de Nayarit y Jalisco a través de un viaje de 550 kilómetros, los Huicholes llegan a la montaña sagrada de Wirikuta, cruzando Zacatecas y San Luis Potosí para llegar a Wadley, a los manantiales sagrados.
De acuerdo con información de los organizadores, la consulta se inscribe dentro de los trabajos de defensa de Wirikuta frente a los supuestos trabajos programados en la zona de las minas concesionadas a una empresa canadiense, así como la presencia de agroindustrias.
Ambos factores, estiman, significan un potencial problema para la zona sagrada de los huicholes y para el grupo étnico mismo, según han dado a conocer representantes wixárikas a diversos medios de comunicación.
Los organizadores de la visita explicaron que la consulta mencionada forma parte de la peregrinación que cada año realizan representantes de los distintos centros ceremoniales de la comunidades wixaritari a Wirikuta.
En esta ocasión, añaden, coincide con la situación mencionada, por lo que tras el peregrinaje se dará a conocer los resultados del peritaje tradicional.
Aunque los promotores aclararon que no hay una agenda cierta de la visita, en general se puede establecer que el lunes 6 de febrero los peregrinos de los centros ceremoniales se juntarán en el Cerro del Quemado y velarán toda la noche hasta el amanecer.
Posteriormente, en el transcurso de la mañana, consensuarán entre ellos el mensaje del pueblowixárika al mundo.
En los últimos años, la empresa minera canadiense First Majestic ha obtenido 22 concesiones para explotar minas, de plata principalmente, ubicadas en territorio que los huicholes consideran como sagrado.
Tales concesiones comprenden un territorio de seis mil 326 hectáreas, que incluyen 70 por ciento de la superficie de Wirikuta.
Wirikuta abarca la sierra de Catorce y parte del Bajío; es parte de la declaratoria de reserva Ecológica Natural y Cultural y está incluido desde 1988 en la red mundial de sitios sagrados naturales de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
Cabe señalar que la región wixárika se asienta en el espinazo de la sierra Madre Occidental, en el estado de Jalisco. Está dividida en cinco grandes comunidades, cada una de las cuales es autónoma, tiene sus propias autoridades civiles y religiosas.
La autoridad civil es encabezada por un gobernador llamado totohuani y se renueva anualmente. Los maraakates o maraakames -cantadores o sacerdotes- tienen como misión conservar y mantener vivas las tradiciones.
Como referencia geográfica, Real de Catorce se ubica a unos 424 kilómetros de distancia de la Ciudad de México y a 550 kilómetros desde Nayarit. La ruta original incluye los cinco puntos sagrados del pueblo wixárika: San Blas, en Nayarit; cerro Gordo, en Durango; Santa Catarina y Chapala, en Jalisco, y Wirikuta, en San Luis Potosí.
Mientras que de Real de Catorce al Cerro del Quemado hay una distancia de unos 20 kilómetros, a unos 60 minutos a caballo al suroeste de Real de Catorce.